Estos dos proyectos no son nada serio, más bien una travesura que me divierte mucho y me exige muy poco esfuerzo, dos fotoblogs de elaboración casi instantánea, sendos spin off de mi actividad en Instagram. Una forma de agrupar las imágenes para que no se pierdan entre las demás.
Dirty Dishes se empezó a gestar tras una comida, contemplando cómo había quedado el plato tras zamparnos un picadillo de matanza. Un par de fotos con el iPhone, unos filtros y ajustes con Camera+ o PEStudio y directo a Instagram. Me gustó el resultado, y en los días siguientes seguí fotografiando platos y tazas tras la batalla, agrupados con el hashtag #dirtydishes.
Confieso que no encuentro demasiado placer en fotografiar un plato recién montado, sin embargo, encuentro gran belleza y mensaje ante la visión de un plato acabado. Podemos replicar cien veces un mismo plato, es cuestión de realizar un montaje uniforme, pero nunca veremos un plato terminado igual a otro. Esto es lo que me engancha de Dirty Dishes.
Culos de vaso es la gamberrada total. Utilizo los vasos como filtros acercándolos al visor del teléfono. Cada vaso o copa tiene un culo distinto y crea formas y luces extrañas y diferentes.
Mi familia ya ha certificado que viven con una tarada. En los restaurantes, los comensales me miran raro y les comprendo, no es de recibo ver que en la mesa de al lado hay una señora de aspecto en principio respetable, que pega una copa o un vaso frente a su iPhone y comienza a hacer fotos a la pared, al besugo o al techo.
No seré yo quien se lo explique, me divierto así, otros hacen puenting.