El año pasado decidí no acudir a Gastronav por motivos personales, y desde el minuto uno me arrepentí de la decisión, de manera que durante un año he tenido esta cita pendiente en la cabeza. Por fin llegó y pude comprobar de primera mano por qué esta reunión es tan especial. Intereses comunes, calor, gastronomía, ilusión y pasión, son solo algunos de los ingredientes que hacen grande este guiso. Y Marta Borruel manejando el cucharón, qué decir... De vuelta a la realidad una gran resaca de pereza me invadió, con mil cosas por hacer cuando en realidad, yo solo quería escribir este post.
Mi gastronav particular arrancó con Rafa saliendo por la puerta de atrás de la estación de cercanías, y siguió con un viaje lleno de larga conversación, que hizo que casi llegáramos a Lleida; excelente compañero de viaje Rafa, hizo que la ruta fuera casi instantánea.
Cuando supe que esta edición tendría lugar en Estella tuve aún más ganas, pues fue el escenario de niñez de mi madre, así que mi primera misión era encontrar el puente del Azucarero para ver la que fuera su casa y fotografiarla. Con un plano de papel, de esos que no geolocalizan, nos pusimos a ello, dejando la tarea a manos del flipante sentido de la orientación de Jorge, sin él no hubiéremos llegado nunca. Cuatro casas rodeando el puente, tres antiguas y una nueva. Hice fotos a las más viejas, y días después mi madre me dice que la casa la tiraron hace tiempo y construyeron un nuevo edificio. Bingo.
El jueves nos reunimos en el Hotel Tximista y comenzamos a reconocer avatares, abrazar amigos y mezclarnos. Así sería durante todo el encuentro, un buen equilibro de fuerzas. Hicimos ganas para el fin de semana con un cóctel de bienvenida a cargo de David Yarnoz, regado con vinos de la D.O. Navarra.
El sábado, duchados y desayunados, comenzamos con las mesas redondas. La primera de ellas sobre la Profesionalización de los Blogs, un tema que ya no acompleja y del que aún habrá mucho que ver y que hablar en el futuro inmediato. En este momento son pocos los blogs que han tomado la decisión de profesionalizarse, algunos se han creado con esa intención, consiguiendo convertir un hobby en una labor diaria con beneficios económicos, o se han reconvertido casi proféticamente, como es el caso de El Comidista. Otros generan beneficios de manera indirecta, a través de proyectos paralelos, y en algunos casos, se llega a un relativo éxito editorial o presencia en medios de comunicación.
Pero detrás de esto hay mucho trabajo y un cierto factor de suerte, saber hacer un producto diferenciado, acertar con aquello que engancha y no dejarse tentar con ofertas facilonas y rimbombantes, que como dijo Isasaweiss, son pan para hoy y hambre para mañana.
Quedó un poco en el aire el tema de las relaciones con la marcas, que sí, conocen la repercusión que tienen los blogs y son conscientes, no todas, del valor que tenemos como prescriptores, pero aún no saben diferenciar entre un blogger y un periodista, creando situaciones complicadas y nada satisfactorias para ambas partes.
Esa es la asignatura pendiente, en la que nosotros tenemos mucho que hacer, poniendo en valor nuestro trabajo (sí, trabajo) e informando sobre nuestra idiosincrasia sin dar portazos. Por su parte, las marcas tienen una tarea pendiente y mucho que escuchar. Si en estos tres años anteriores han pasado de ignorarnos a tenernos en cuenta, de aquí en adelante deben aprender cómo funcionamos ¿para cuándo un foro entre bloggers y agencias/empresas?
La siguiente mesa nos trajo propuestas y buenos ejemplos de acción. Educar a los niños en la cocina desde primaria, ese fue el guante que lanzó Nacho, y dedicar espacio en los blogs para recetas que hacer con ellos, lejos de las tartas con caras, apuntó Anna. La verdadera revolución gastronómica.
Luego, en el comedor del Tximista, llegó contoneándose el lechón Pío, de la mano de David Yarnoz, vestido de una costra crujiente tras la que se escondía un voluptuoso cuerpo tierno. Erotismo gastronómico. En nuestra mesa pasó y se dijo de todo, mis labios están sellados y espero que los de algunos también lo estén. La verdad es que lo pasamos genial.
La digestión discurrió a orillas del Ega, en cómodas tumbonas en compañía de mi querida Montse y de Fernando, un entrañable descubrimiento para mí, tertulia a la que se unieron más tarde Nacho y Rosa. Aún quedaban por delante visitas a dos bodegas, una quesería y mucho más, en una maratón gastrodeliciosa. Pero ese, es otro capítulo.