No recuerdo cuándo compré mi última botella de aceite de oliva refinado, quizás hace poco más de un año. Hasta entonces pensaba que era el idóneo para freír y guisar, dejando el aceite de oliva virgen extra para otros lucimientos en frío.
Poco a poco fui conociendo más sobre el tema, comprendiendo e interiorizando conceptos, y a finales del año pasado pude visitar una almazara, ver las tareas de recolección en vivo y oler patrones de defectos. Todo esto va dejando un poso e invitando a investigar, y en cuanto al aceite, a nivel de consumidor, esta investigación se reduce a comprar y probar.
Mi despensa ha ido cambiando y la encimera de la cocina cada vez está más llena, hasta tal punto que estoy por abrir una barra de aceites. Desde el otoño pasado, compro el AOVE por Internet a iloveaceite: para freír, para cocinar, para repostería; ya no cargo con las botellas en el hipermercado y me siento muy segura como consumidora, es mi fondo de despensa de aceites. Me conquistaron hace tiempo a golpe de calidad y no hay más que ver cómo queda el aceite tras una fritura y comparar con lo anteriormente utilizado.
Pero no es el único AOVE que he probado, a finales de año recibí una botella de La Maja, un AOVE navarro (sí, navarro) coupage de edición limitada, y de esa misma manera pude probar Oro Bailén Reserva Familiar (picual).
Mis últimas compras de prueba han sido dos botellas de Castillo de Canena: Reserva Familiar (variedad Picual), y Primero (Royal temprano). La última botella llegó a casa directa desde el salón de Gourmets, un Reserva Familiar de Arbequina.
Y no, no soy una entendida en aceites, ni una erudita de la cosa, simplemente me emociono con sus matices y olores, con los sabores, descubriendo que el aceite de oliva virgen extra puede oler a tomate o a plátano, o dejándome sorprender por un picor tardío. Pego la oreja cuando se habla del tema y descubro variedades hasta ahora desconocidas para mí, como la Arbosana.
Despacio, sin prisas, disfrutando y probando, sabiendo que la botella más cara de un excelente aceite virgen extra me va a durar por lo menos treinta veces más que tres cuartos de un gran vino.